Martes 5 de Septiembre de 2006
Opinión
Cartas de lectores
LINEA 118
¿Ustedes pensaron que la miniserie “La Línea 118 y yo” terminaba? No. Error.
El capítulo del 4/9 trata de que el único minibús que hace el recorrido El Mástil de Yerba Buena-Primera Confitería que pasa en teoría cada 40 minutos y circula hasta las 10 de la noche, decidió no funcionar más, cansado quizás de la incomprensión de su propietario que le daba un uso para el que no estaba preparado. Al rato, 45 minutos después, aparece otro minibús que hace el recorrido hacia Horco Molle, cuyo conductor, en un gesto que hasta hoy estamos agradecidos, se ofrece a llevarnos a pasear primero por el circuito de la Reserva, la Escuela de Agricultura, la Ciudad Universitaria, bajar a la Rotonda del pie del cerro y recién subir a El Corte, El Paraíso y la Primera Confitería. En síntesis: el viaje desde el centro de la ciudad hasta El Corte fue de 1,45 hs, eso sí, con un trasbordo de por medio y jugosos comentarios de unos turistas extranjeros que pensaron en llegar al cerro en tiempo y en forma, cosa que jamás ocurrió. La frutilla del postre.
La tierra del camino entraba al vehículo a raudales, a pesar de que las puertas y las ventanas estaban cerradas (tenía burletes hechos con papel de diario). Los ruidos en los rinconcitos de la carrocería y el respaldo de uno de los asientos que, quebrado, rebotaba sobre otro con cada irregularidad del camino, le daban al viaje un cierto toque musical. Al final del capítulo del día lunes de esta prestigiosa miniserie queda pendiente un interrogante: ¿quién es el culpable? ¿Ud, señor?; no, señor. El suspenso continúa y no sé hasta cuándo. Todo depende de los autores, o sea de los responsables de la empresa.
Roberto A. de la Rosa
Calle s/n El Corte
Yerba Buena
(Tucumán)